martes, 10 de agosto de 2010

LUZ DE MIS OJOS

LUZ DE MIS OJOS Leonardo llevaba corriendo horas sin rumbo fijo, iba en entre los automóviles absorto como fuera de la realidad, dos peseros estuvieron a punto de arroyarlo pero curiosamente tuvieron precaución y lo libraron. Algo le hizo reaccionar, era una luz intensa que se acercaba aceleradamente, un carro con varios muchachos que al calor del alcohol no se percataron de ir en contrasentido y mucho menos de aquel hombre sin voluntad.


Cuando la intensa luz cegó a Leonardo fue como si este regresara en el tiempo y se ubicara con María, ahí donde fue que todo comenzó,

12 meses atrás, cuando el tenia 23 años, trabajaba en el departamento de atención escolar de una universidad y ahí mismo mediante una beca estudiaba Filosofía, aunque en su interior guardaba el secreto de ser escritor, era un muchacho de clase media baja, estatura promedio y cuerpo atlético que vivía con su madre y una hermana menor

Su encuentro con María se dio en la universidad, ella era maestra de Comunicación, una mujer hermosa que apenas rebasaba los 33, poseedora de una sonrisa transparente y sumamente encantadora, adoraba el teatro, la literatura y la poesía, estaba casada desde hacía 10 años y tenía una niña que heredo la belleza de la madre

María impartió durante las vacaciones de verano un taller de poesía y composición literaria, Leonardo ante el tiempo que le sobraba por no estar en clases vio la oportunidad para saber si algunas cosas que había escrito eran medianamente buenas.

Cuando entro al salón de clases y María lo vio, si no hubiera sido por sus ojos que reflejaban tristeza ó soledad ó las dos, ella no hubiera reparado en aquel muchacho.

Conforme avanzaba el curso María fue descubriendo más que un buen filosofo a un excelente poeta y Leonardo no paso por alto la forma en que su maestra se embelesaba al escucharlo leer y lo motivaba a seguir escribiendo. En ciertas ocasiones al estar junto a María, confundido se percato de la forma en que ella aproximaba su cuerpo al de él, pero no comento nada.

El último día del curso ya nadie se presento, solo Leonardo desilusionado por ser la última oportunidad que estaría con su maestra acudió; María al ver la falta de quórum le dijo que daba por cerrado el curso en ese momento y que lo invitaba a comer para celebrar al alumno más creativo que hubiese conocido, Leonardo no lo pensó dos veces y visiblemente emocionado acepto

En el trayecto al restaurant ella sugirió que dejaran atrás las formalidades de docente alumno y se hablara de tu.

Durante la comida María hizo una llamada pidiendo que fueran a recoger a su hija ya que ella llegaría tarde por una situación académica, en cuanto colgó su celular, sin decir más, le envío una sonrisa entre picara y tierna a Leonardo

La comida transcurrió entre algunas copas de vino y detalles de quien era ella y como su matrimonio ya no funcionaba. A las 19:00 hrs el mesero muy amablemente les comento que estaban por cerrar ofreciéndoles la cuenta que Leonardo líquido, no sin antes pensar que haría el resto de la quincena. Abordaron el auto de María poniéndose ella al volante, avanzaron un par de cuadras en silencio, ella detuvo la marcha argumentando sentirse un poco mareada, reclino el asiento y Leonardo no pudo dejar de ver como los botones de su blusa ya no estaban en su lugar y desde donde se encontraba le permitían ver el nacimiento de unos senos firmes que se perdían en el encaje blanco de su sujetador.

María se levanto sonriendo, miro el rostro varonil y hasta cierto punto todavía inocente de Leonardo y pregunto

¿Qué piensas?, ¿porqué te has quedado tan callado?,

No recibió respuesta, Leonardo la tomo de las manos, y deposito sendos besos con miedo y una pasión reprimida que hizo estremecer a María, inmediatamente aquel muchacho lleno de inseguridad, puso sus ojos en los de ella y pregunto si podía besarla,

María sonrió diciéndole – Tierno, mi niño tierno-

Acerco sus labios a los de él, fue un beso largo y eterno, como jamás habían besado a María, un beso donde ella, aun con toda su experiencia, sintió como todos los músculos de su corazón se rendían y aquella niña de 13 años, huérfana de padre, que abruptamente había perdido su castidad ante la bestialidad alcoholizada de un primo 15 años mayor, por fin regresaba de entre las sombras, fue demasiado para ella, algo que no esperaba y mientras sus manos acariciaban el rostro de Leonardo comenzaron a brotarle lagrimas.

Leonardo se sobresalto pensando que había hecho o dicho algo indebido, ella lo miro al tiempo que le decía

-nunca me dejes, nunca te vayas de mi niño Tierno-

Y ahí mismo entre gotas de amor salado, él sacio su sed en el vientre de ella y María experimento el calor de un nuevo sol dentro de si.

A partir de ese momento fueron inseparables, se prometieron locuras y las cumplieron, ella inventaba cualquier cosa para quedarse más tiempo en el Campus, para salir de noche y poder encontrase con aquel hombre en ciernes, él salía de su casa sin decir a donde, sin importar horario, cuando ella le llamaba el acudía, se cambiaban los nombres, se inventaban nuevas formas de amar, estando juntos volaban, eran libres.

Tras 5 meses de intensidad, de citas clandestinas, de una relación prohibida donde el secreto de esta se les salía por la piel, María no pudo mas, empaco sus cosas, tomo a su hija y dejo su casa, llamando a Leonardo

–Tierno, estoy en casa de mi mamá, deje a mi esposo y estoy lista para comenzar una nueva vida-

Leonardo no supo que decir, no esperaba aquello, miro su reloj, eran las 23:30, así que solo atino a decir

-Luz de mis ojos estas completamente segura de lo que acabas de hacer, piensa bien las cosas y mañana hablamos, lo que tu decidas está bien yo te apoyo-

María no esperaba aquella respuesta y algo se fragmento en su interior.

Esa noche María no pudo dormir, lloro pero también rio, estaba segura que la respuesta de Leonardo era por lo inesperado de la situación, se miro al espejo y se sintió feliz, libre.

Al amanecer le llamo a Leonardo para decirle

–Tierno, estoy completamente seguro de lo que hice, agradezco enormemente tenerte a mi lado y el amor que me das, hable con mi madre y quiere conocerte, quiero que conozcas a mi niña y empecemos a preparar nuestro futuro, juntos, por siempre-

Leonardo tampoco había podido dormir, miro de nuevo su reloj que señalaban las 05:30 y respondió

–Niña linda, no sé si deba, está todo muy reciente, tu madre que pensara de mi, la niña me vera con resentimiento, no puedo llegar así nada mas diciendo… hola, soy por quien su hija y tu mamá cambio su vida-

Se hizo un silencio largo, María solo le comento

–Te espero en el café de Coyoacán a las 10:00 y platicamos, te amo, bye-

Leonardo colgó, ahora se concebía preso, sentía que la libertad terminaba, no esperaba aquello, aun no estaba listo para atarse a alguien.

María, llego puntual a la cita, estuvo más de hora y media esperando pero Leonardo no llego, este salió de su casa a las 9:30 calculando que caminando estaría a la hora señalada pero empezó a divagar y sin percatarse o siguiendo algún instinto cambio de ruta. Regreso a su casa alrededor de las 18:30 hrs y señalando que no estaba para nadie, y se encerró en su evitación todo el fin de semana. Por fin el lunes, por la noche se presento en casa de la madre de María aproximadamente a las 20:00 hrs, tenía los ojos rojos y le temblaba la voz, ella le miro y le dijo

–No digas nada Tierno, lo comprendo, fue hermoso mientras duro, te amo-

Cerró la puerta mientras veía su ser naufragar sobre un mar de lágrimas.

Leonardo regreso a su casa y en cuanto se vio solo se echo a llorar como un niño, se dio cuenta cuanto amaba a aquella mujer y un conflicto se debatía en su interior. María, la mujer con la cual descubrió la intensidad de un beso, la magia de una caricia, lo dulce de despertar y llenar los pulmones de su aroma, era libre, ya no tendrían que ocultarse y podrían verse a la hora que fuera y hasta vivir juntos, pero y su libertad, su hermosa libertad la cual le concedía el ir y venir, la cual le otorgaba no rendirle explicaciones de nada a nadie, estaba dispuesto a dejar todo por María.

Ahora por otro lado como explicarle a su madre que la mujer que amaba era mayor que él, que tenía una niña y que también por él había dejado a su marido, No, no, no, era imposible.

Los meses se fueron rápidamente, Leonardo no busco a María aunque perdió el apetito y el sueño, incluso varias veces no podía contener el llanto, perdía peso considerablemente y ya se rumoraba en la universidad de la posible enfermedad de Leonardo.

En algunas ocasiones llegaron a encontrarse en pasillos, corredores y demás lugares de la universidad, María se mantuvo firme sin voltear a ver a Leonardo, mientras que este había memorizado los horarios de ella y era quien provocaba aquellos encuentros “casuales”

Justo cuando se cumplían 6 meses de aquel infierno para Leonardo, este se acerco a ella y sin más la invito a tomar una cerveza por la noche, María al mirarle tan mal física y anímicamente con aquella sonrisa dulce que la caracterizaba accedió no sin antes advertirle que eran en plan de amigos.

Por la noche se vieron en una peña de Coyoacán, cantaron infinidad de canciones de Silvio, Delgadillo, Milanés y otros más, rieron y se besaron como dos adolescentes disfrutando de la magia del momento. Las horas se fueron sin sentirlo y a las 03:00 de la mañana tras una infinidad de mensajes recibidos, María dijo que tenía que irse. Leonardo supuso eran de su hija y la acompaño hasta la casa de su mamá donde había fincado su residencia. María lo beso y en la sala se hicieron el amor como dos condenados a muerte, como dos almas que después de mucho buscarse se encuentran. Cuando los primeros rayos del sol asomaban María le dio las gracias por tan maravillosa noche y con una ternura casi maternal le beso la mejilla, el regreso feliz por haber recuperado a la mujer que amaba.

La siguiente noche sin avisar y con ganas de sorprenderla, Leonardo seguro de su felicidad se presento en casa de María. En el momento en que estaba por el tocar el timbre, la puerta se abrió, con gran sorpresa María le miro y le pregunto

-¿qué haces aquí?,

Vestía un vestido negro que acentuaba aun mas su piel blanca, iba arreglada y era obvio que iba de salida.

–Vine a verte, no me invitas un café- dijo con la sonrisa que solo quien cree recuperado lo perdido puede esbozar,-

María no supo que decir, confirmo en su reloj la hora y mirando de frente a Leonardo con una voz dulce pero entrecortada le dijo

–Lo siento Tierno, voy a salir, estoy por irme-

Leonardo balbuceo –pero, no entiendo, vas a salir con alguna amiga o algo así-

-no- le respondió María

-saldré con… -

-¡¿con quien?!- dijo Leonardo mientras sus ojos se humedecían

-con mi novio- asentó María, sin darse cuenta que esas palabras eran cuchillas que cercenar la existencia de Leonardo

Y agrego ya con lagrimas también -entiéndelo Tierno, por favor, yo necesito sentirme amada, requiero alguien que este conmigo, que no tenga miedo, no sé si viviendo a mi lado, pero si sabiendo que soy su todo, que su tiempo integro lo dedica a mi-

-Luz de mis ojos, no entiendo, que paso entonces anoche, los besos, las caricias, las palabras de amor-

-las palabras fueron tuyas Tierno, yo soy dichosa, plena, cuando me haces el amor, vuelo, me pierdo en mi éxtasis, soy mujer, pero jamás dije que te amara, eso hace mucho lo mataste-

María cerró la puerta tras de sí y subió a su auto mientras Leonardo con el rostro impregnado de dolor y un llanto imposible de detener no sabía qué hacer. María se acerco en el auto y mientras sostenía el celular le indicó

–por favor, vete a tu casa, descansa y no hagas tonterías. Leonardo, ¿me escuchas?, por favor, hay vecinos viendo-

Leonardo volteo y sin pensarlo, antes de que María arrancara, se lanzo al cofre del auto queriendo detenerlo y con los ojos inyectados de rabia gritaba

–No te vayas luz de mis ojos, por favor María-

Ella se bajo del auto y con rabia y dolor decía

–Leonardo, por favor no lo hagas más difícil, por favor basta-

En ese momento dos automóviles aparecieron a toda velocidad por la calle, frenaron prepotentemente y un individuo, seguido de dos guardaespaldas, corrió hacia María

– María, que pasa, estás bien- pregunto el individuo

Para ese entonces la calle estaba llena de curiosos y la hija de María salía a ver qué pasaba

Leonardo en la confusión intento golpear al novio de María pero uno de los guardaespaldas le propino un certero puñetazo en el vientre para tranquilizarlo, María grito que por favor no le hicieran daño, por lo cual el tipo aventó a Leonardo, sin percatarse que este le arrebataba el revólver que llevaba entre sus ropas.

Cuando Leonardo cayó al suelo se golpeo en la cabeza que comenzó a sangrar y en un acto involuntario, de supervivencia ó despecho jalo el gatillo del arma escuchándose dos detonaciones seguidas de gritos y pánico. Leonardo se levanto y mientras los vecinos corrían a esconderse el escucho a María gritar

– ¡la niña!, ¡la niña!-

Los escoltas del novio de María corrieron hacia Leonardo, este tiro el arma y emprendió una loca carrera por entre los autos, corría con los ojos bañados en lágrimas, corría con la cabeza sangrándole y no hacía otra cosa que repetirse

–Dios llévame contigo, mamá, mamita donde estas, por favor ven por mí, mamá no puedo más, por favor ayúdame –

Siguió corriendo por horas sin rumbo, acumulaba calles a su loca carrera sin volver la vista atrás.

Mientras tanto en casa de María todos se miraban, la niña estaba bien, su abuela la metió a la casa antes de los tiros, María grito por reflejo al no ver a su hija, los disparos no lastimaron a nadie, se incrustaron en un árbol y nadie resulto herido; pero todo esto Leonardo lo desconocía.

Leonardo seguía corriendo seguro de haber matado a la niña. La herida en la cabeza le había causado una considerable pérdida de sangre, el pulso se le aceleraba ante el miedo, la confusión en su mente no le permitían ver nada, hasta que aquella luz lo deslumbro, aquellas luz que le hizo reaccionar, escucho el chillido de las llantas y vio la luz.

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